La compra del CATANA 50 ha resultado una ardua labor. El anterior propietario, un italiano suficiente y soberbio, puso todos los inconvenientes posibles a una negociación ya de por sí difícil por la diferencia de idiomas.
Después de haber pagado un depósito de 80.000 € para confirmar la intención de compra, nos hablaron de unos diez días para que la compañía de leasing, propietaria de dos terceras partes del barco, autorizara la subrogación del contrato.
El MOA (contrato privado) entre las partes y la entrega de los 80.000 se produjo el 13 de marzo.
A medida que transcurrieron los días, iba aumentando el nerviosismo ante la falta de noticias. Después de un mes, ya cundía la sospecha de haber sido timados de alguna manera.
Varias veces llamamos a Italia, al broker y a Maximilliano, el propietario, reclamando la firma del contrato, a lo que siempre contestan que es el leasing el que está demorando la operación.
Por fin nos comunican que el leasing ha aprobado la operación y que nos mandan todos los documentos que tendremos que firmar en Catania para que podamos estudiarlos. Los documentos llegan en italiano y de nuevo vuelven los correos de ida y vuelta, que los quiero en español, que yo los mando en lo que los tengo, que si quieren traducción no es mi trabajo……………Mails entre el broker italiano, Pietro Canella, el intermediario español, Gonzalo, el propietario Maximiliano Zillioli y el aspirante a propietario, Carlos Vega. Los días pasan y los documentos siguen estando en italiano.
En este ínterin recibimos en casa dos copias de un telegrama, una en castellano y otra en italiano, del propietario, en que nos amenaza con quedarse con el depósito si el día 30 de abril no estamos firmando. La sorpresa es cojonuda; nosotros estamos reclamando la firma y conclusión del contrato y el tío nos da un bofetón.
Otro cabreo, correos de inmediato de queja y el anuncio de nuestra presencia en Sicilia ese día 30.
Oh sorpresa, otra más, en ese momento el maldito Maximiliano llama para decir que el 30 él no puede, que se pospone al 5 de mayo. Sin embargo el correo que envía al efecto y el telegrama que le obligamos a poner, dice otra cosa distinta aunque manteniendo la fecha del 5 de mayo. También dice que el fin de semana anterior él estará en el barco y sería interesante que aprovecháramos para verlo todo con detalle.
Viaje organizado con emoción y nervios, volando vía Florencia. Llegamos a la zona de Riposto (Sicilia) a un hotel mugrosote que afortunadamente solo estaba contratado para esa noche. Desde allí nos consiguen otro en las proximidades, nuevo y mucho mejor, donde nos instalamos. King’s House Hotel. Venimos nosotros dos y Gonzalo
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Sábado, 3 de mayo, 11 de la mañana, según lo acordado por teléfono aparecemos delante del CONTE MAX. No hay nadie. Después de un ratito de contemplarle, caminamos hacia el bar de la marina. Por el camino aparece un tipo trotando que ni nos mira. Es Maximiliano. Gonzalo le llama y él dice que vuelve en unos minutos. Aparece en sentido contrario, siempre al trote y tampoco para a decir ni mu. Después de un ratito en el bar, aparece, saluda, se manifiesta muy cansado, con muchos problemas con el camión que ha usado para la mudanza, un trailer + remolque de productos hortofrutícolas de Bergamo y rápidamente entramos en la parte pendiente del asunto. Con tanta dilación él ha abonado dos cuotas más del leasing que quiere facturarnos con el 20% de IVA, mientras que si nos hubiera facturado directamente el leasing hubiera sido con el 10%. Después de dimes y diretes, muy tensos desde el principio, admitimos una cuota con el 20% pero no la segunda provocada por su aplazamiento al 5 de mayo, desde el 30 de abril en que estaba fijada la firma.
La discusión se pone tosca y dice que no admite ninguna negociación y que si no estamos de acuerdo cierra el barco, se larga y se queda con el depósito. Inmediatamente se levanta, entra a pagar su bebida, se despide de Gonzalo y se marcha.
Digerimos la historia y decidimos darle tiempo. Subimos al coche en su presencia, le vemos volver por el pantalán, y marchamos de turismo a Taormina, localidad vecina, muy turística y pintoresca.
Allí, durante la sobremesa, dos horas después, Gonzalo recibe la llamada de Max: si queremos ver el barco, estará allí hasta las 5. Como nosotros estamos en Taormina, declinamos la oferta.
Preparamos una estrategia de presión, abogados internacionales, influencias, etc. y allá irá Gonzalo a hacer de mediador. Esa noche apenas dormimos y creemos que es el fin de nuestro proyecto.
Domingo 4 de mayo,- Gonzalo marcha al CONTE MAX por la mañana, para mediar con Maximiliano Zillioli y llegado el caso revisar el barco para continuar con la compra, sin nuestra presencia que puede hacer saltar las chispas de nuevo. Lleva una lista de puntos a comprobar.
Nosotros desayunamos tranquilamente y damos un paseo hasta Riposto, aproximadamente 3 Km. por una carretera sin aceras y donde los coches de los playeros están aparcados en los arcenes. Todo el camino que recorremos bordea una playa inmensa bastante mugrosa con arena de esa polvorienta y basura a espuertas. El día es espléndido.
Gonzalo vuelve con un pseudo acuerdo en el que, según habíamos acordado previamente, figura él como paganini de la mitad del incremento en litigio, para evitar la ruptura. Todos sabemos que es mentira pero todos queremos acabar con esta historia. Nos cuenta que en un principio el tema estaba durísimo y que prácticamente le había echado del barco. Por lo demás, todo perfecto….. frase favorita de Gonzalo.
Lunes 5 de mayo. Madrugamos para llegar a Catania, capital de la comarca y donde está la sucursal del banco italiano propietario del leasing, una hora antes de lo acordado para la firma del contrato y la subrogación. También Maximiliano llega poco después. Solo saluda a Gonzalo.
En el despacho del leasing no está la persona responsable y acabamos firmando todos los documentos sin que ellos firmen nada, trasegamos fondos y transferencias a cambio del libro del barco y un juego de llaves.
Como el libro tiene que quedar en poder del leasing y darnos una copia autentificada ante notario y eso no es posible al momento, Maximiliano se ofrece a llevárselo él, conseguir esa copia para nosotros y devolver el original a la compañía de leasing.
Comemos juntos, ante su insistencia. Mantenemos las formas un rato más y salimos hacia el CONTE MAX para verlo, por primera vez en esta ocasión. Está sucio, abandonado, poco cuidado y sin haber terminado los trabajos que tenía pendientes.
Intentamos, sin guía, no perdernos ningún detalle que pueda resultar fundamental.
Aún dormimos en el hotel y cenamos en una agradable pizzería, donde ya habíamos cenado el día anterior, por recomendación del personal de nuestro hotel.